Soy (n-esima parte)
Si quieres saber la verdad solo debes buscar el centro del laberinto, solo debes encontrar que hay dentro de ti y entre tus manos.
Quise ser quien no soy. Quise hacer del amor una armadura, una lanza y un yelmo. Quise y no pude. La vida abrió grietas descuidadas en mi torpe armadura hasta hallar el alma, el corazón. Quebró mi lanza con un soplo, que como un muro la hizo añicos, y con ella mi brazo y mi mano. Rajó mi yelmo como gorra de lana, y mi pensamiento se fue a otro mundo de muertos, y yo esperando.
Quise ser quien no soy. Quise hacer del amor un juguete, un momento, un paseo. Quise y no pude. Y la vida me mostró que no tiene sentido jugar con aquello que vale tantas lágrimas, tantos desvelos, tantos caminos. Paró el tiempo y me dijo que si quería un momento debía beberlos todos, tocarlos todos, soñarlos todos. Me agarró de la mano y me susurró que no tiene sentido carretear hoy, y mañana y pasado. Me insinuó un destino, un lugar, una lumbre y un beso en el que reposar.
Quise ser y ya no sé ni que soy.
1 comentario:
"Un hombre laberíntico jamás busca la verdad, sino únicamente su Ariadna." (Friedrich Nietzsche)
El batir del sueño es toda mi mente.
Soy mi ritmo. Ovillo mi madeja
más y más profundo en el laberinto
para hallar la unión de los caminos,
para hallarlo antes de que el héroe encuentre
al prisionero del Laberinto,
al horror coronado de cuernos al fin
de todos los corredores, mi amigo.
Lo guío lejos. Él se arrodilla para pacer
la hierba espesa sobre la tumba
y la luz se mueve entre los días.
El héroe encuentra un cuarto vacío.
Busco mi ritmo. Bailo mi deseo,
saltando los anchos cuernos del toro.
Ursula K. Le Guin, The Twins, the Dream
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