- ¿Qué es lo que más echas de menos de ella?
- Pues siéndote sincero lo tengo muy claro. No es nada especial, ni nada que llame la atención.
- Ya sé, seguro que es una de esas pequeñas cosas que la distinguen del resto.
- No, tampoco, no se, ya te he dicho que no es nada especial. Pero sin duda lo echo de menos. Mucho.
- Espera, no me lo digas. Esos ojos que tiene, esa mirada. Esa que viste tan cerca.
- Podría ser, sin duda esa mirada es hermosa, y mucho además. Pero no, no es eso…
- Si no es eso… ¡Sus manos!, esas manos ansiosas que hacen que las tuyas las ansíen.
- Pues la verdad es que en cierto modo, estoy ansioso por volver a tocar sus manos, pero hay algo que echo mucho más de menos…
- Vaya, pues si no es eso… tienen que ser sus labios. ¿Los recuerdas verdad?
- Claro que los recuerdo, no soy tan idiota como para olvidar algo tan placentero. Algo tan lindo. Seguro que saben tan rico…
- Entonces son sus labios…
- ¡Qué no! No es eso…
- Joder tío, no hay quien te entienda… Te encantan sus ojos, sus manos, sus labios, su pelo,… ¡espera, es su pelo! Eso es.
- Pues no, lo siento, la verdad es que me encantaría perderme entre su pelo rizado mientras duerme, pero tampoco es eso. ¿Quieres que te lo diga?
- No, no quiero, lo voy a adivinar yo solo.
- No, no lo harás, jaja.
- Deja de sonreír de esa manera, tú nunca sonríes.
- Si que lo hago, y ahora que está ella, más.
- Claro, eso es, es la sensación que tienes al estar junto a ella, eso que sientes…
- Pues tampoco, aunque me haga sonreír y muchas otras cosas. Me aporta esperanza, optimismo, serenidad e incluso me hace sentir capaz de aportarle cosas a ella. Es su forma de ser, su forma de hacer feliz y hermoso todo lo que le rodea. Pero hay algo que anhelo más.
- Me rindo, no lo sé. Definitivamente eres un tipo extraño, muy extraño.
- Es posible que si que sea extraño, pero lo que más echo en falta ahora mismo son sus lágrimas…
- Mierda, si que eres extraño…
- ¿Me quieres dejar acabar?
- De acuerdo, termina.
- Pues eso, que aunque parezca extraño, lo que más recuerdo de ella son sus lágrimas. Lo cerca que me sentí de ella cuando lloraba. Lo desvalida que parecía, ella, tan segura, tan imponente, parecía una hermosa niña, con miedos, igual que yo, con dudas, igual que yo, con ganas de salir adelante, igual que yo. Y eso, me recuerda que tengo cosas que darle, tengo que ser fuerte para que ella lo sea. Tengo que decirle cada día lo linda que está, porque en realidad lo está, y lo bien que le sienta el pelo recogido. Tengo que darle un millón de razones para no volver a llorar más que de alegría. Y todo esto, tengo que hacerlo, me elija o no para estar a su lado…
- Definitivamente tío, estás colgado. Estás colgado y eres muy extraño.
- Pues sí, un poco colgado ya estoy, de hecho estoy hablando contigo así que…
- Si, eso es verdad.
- Bueno, pues cállate un poco, vuelve a tu sitio y déjame ser de nuevo una sola persona…
- Si, pero eso no quita para que seas extraño…
- Y ¿qué? Quizá a ella le guste que sea así de extraño…