En tu ausencia...
Se me emborrona la lengua
si recuerdo el sabor tibio de tu cuello,
cada destrozo de mi saliva en tu piel,
y la mentira de mis dientes en tu espalda.
Y se me antoja imposible olvidarme
de querer no decir que te quiero,
de no mirarte a los ojos y morir en mi trinchera,
la que has inventado a mi lado,
la que has decorado con tu olor
a piel desnuda y caliente.
Se me adormila el alma
si me dejas parado viendo como se va el tren,
o el metro,
o tus pasos,
se me adormila al ver tu espalda sin poder tocarla,
sin saberte desnuda dentro de mi pecho,
y perdiendo el control de mi mentiras…
convirtiéndose en verdades.
Se me aguijona la piel y los dedos,
y tocarte es tan utópico como lejano,
que los temblores son recuerdos
que me invitan a esperarte,
e inventar una enorme valla verde
en mitad de la frontera,
para esperarte tranquilo,
sentado,
y tranquilo.
Se me esconden las virtudes,
las escasas,
cuando me besas deliciosa,
cuando me aprietas las manos
y olvido…
me pierdo, escaso también,
entre penumbras de miedos
que soplas y ahuyentas
a golpe de abrazos…
tan graves, tan largos,
tan para siempre.
Se me van los versos
cuando me miras locuaz,
convencida de que el calor
no es tan solo la excusa,
de que existen por lo menos
dos corazones por los que no soñar
con salir y escapar.
Se me amontonan las esperas,
ahora que tengo dolores de espalda
porque ya no estás para llevarte
donde no duela,
ahora que por fin encontré
un equilibrio sostenible,
una buena razón para arriesgar,
ahora que tengo que esperar…
esperaré…
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