miércoles, 27 de agosto de 2008

El último estilita

El último estilita

Recuerdo aún el día que pisé tierra por primera vez desde que inicié mi nueva vida. En este nuevo mundo a mí alrededor todo parecía sereno, contenido. Eso fue lo que me empujó a dar mi primer paso, a aprender de nuevo a caminar. Y sin embargo me equivocaba, apenas mis atrofiados pies rozaron el suelo, mis pulmones sintieron el golpe del aire impuro, e infectado de hambre, dolor y envidia. Cada mirada del mundo era angustiosa y llena de recelo. Los placeres que había ausentado de mi vida me continuaban siendo ajenos y cada verso hermoso con el que soñé se fugó mucho más alto, allá donde antes habitaba…

…Decidí finalmente dejar atrás a la mujer más bella, la mejor comida y el más intenso vino. De nada habían servido los placeres en mi nueva nueva vida. Mi columna se convirtió en mi más sensata sensación y sin embargo, al volver a aquel desierto que el mundo había creado para mí, me sorprendió la soledad, la sentencia final, la dolorosa y tormentosa visión. Mi desierto era carente y mi columna, la que había extraído cada instante de mi vida solo era un recuerdo.

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