Gris
Hoy llueve y el cielo esta oscuro, hoy voy vestido de gris, de margen izquierda. Llevo toda una vida viendo como crecen edificios entre el humo, el olor a hierro y la aluminosis. Toda mi vida he jugado en parques curtidos de arcillas, de obra, de buzos azules, de brazos manchados de grasa. Me enamoré mirando el cielo color kalimotxo, y la oscuridad de las callejas, robando besos en recobecos, escaleras y portales. Mis pasos oscilan cada tarde por callejones tiznados de tiempos hermosos de barcos y estelas de sueños. Y al tiempo de seguir caminando me encuentro de frente la ría, separando tantos lugares y sin embargo, siempre vi el gris al otro lado. Veintiséis años de barcaza que rompe en un millón de colores el color a Barakaldo. Una inmensa cesta de poemas frente al gran ausente hundido siempre, importante siempre, ensoñador. Y sin embargo tras el cambio, tras todo aquello que pretendía robarme el alma, tras los cierres, las reconversiones, los dolores de barriga, la huerta que se alza con una treintena de alturas, tras todo aquello, mi vida sigue gris, como debe de ser. Mi vida sigue siendo esencia de aquel Barakaldo que yo no reconozco sino en la memoria de quien me cuenta historias. Mi vida sigue teñida de margen izquierda, sigue siendo vida de aquella que quiere nacer. Tristeza, quizá. Melancolía mas bien, pasos pequeños, lentos, manos en los bolsillos y tiempo para pensar, tizas de colores en las paredes de color a todo, mentiras en la visión del futuro y sin embargo sigo enamorado del pasado y del presente. Sigo enamorado de tus gentes austeras, de tu lucha continua, de tu inconformista conformismo y de saber esperar a un tiempo más amable. Sigo soñando con tu siniestra consigna, tu rojo, tu fuerza. Sigo enamorado de ti. Gris.
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