Remitiendo, pero no amainando...
Ya volví de mi viaje a Italia. Un país más que interesante en mi opinión, pero de eso hablaremos en otro momento. Que aún necesito reflexión e interiorización, es lo que tenemos los lentitos. Hoy vengo a tratar otra historia. Es la historia de Carola. Les remito a un lugar maravilloso, el blog de Rocío, allí pueden leer y escuchar la historia de Carola. A mi personalmente me parece una historia maravillosa, pero muy trágica al fin y al cabo. Resulta increíble como nuestra cobardía e inseguridad nos lleva a parece inexistentes ante el mundo. Yo no soy un valiente, lo reconozco, y eso me lleva a desaparecer a menudo. Por eso llevo todo el día meditando en torno a esa historia.
Mi reflexión no es en absoluto brillante, pero es mía. Así que la quiero igual. Se trata tan solo de que ese trabajador del DF no ningún cobarde, es tan solo una persona normal, que teme al fracaso más que a la soledad, pues esta a menudo nos parece más llevadera, no se sabe muy bien por qué. Solo empiezas a existir cuando el temor a la soledad puede al del fracaso (ya sea porque el primero aumenta o el segundo disminuye) o simplemente eres un temerario. Así pues, esperaré en mi ventana a Carola, a ver como anda mi equilibrio soledad-fracaso. Aunque mi historia tiene un pequeño condicionante, sufro de pánico al ridículo, por lo que mi miedo al fracaso estrepitoso a menudo me atenaza. ¿Y ustedes, como andan de miedo a la soledad y al fracaso?...
Reflexión pobre, sin duda, pero uno es lentito, ya lo he dicho...
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