En el rastro...
He vendido mis manos vacías
de tiempo,
llenas de ausencias, rasguños y penas,
ajadas de aquellas historias pasadas.
He vendido mi pecho,
carente de aire y de vida,
voluble, insensato,
desvencijado en sonrisas.
He vendido mis pies,
cansados y doloridos de arrastrarse,
entregados a pasado y a placeres,
vendados de heridas y espinas.
He vendido mi cuarteada memoria,
mi angustiado e indolente cerebro,
el vacío insondable de mi cabeza
y cada uno de mis pensamientos.
He vendido mi duelo
y he comprado
un billete de tren a tus brazos.
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