El tranvía de las buenas personas...
Camino hasta allí y espero. Estoy cansado de andar, espero. Lo veo acercarse y lo espero. Ahí viene. El tranvía de las buenas personas. Verde, asombroso. Asombrosamente verde. Cuando suben en él, las personas mudan a simplemente buenas personas. Los cobardes, se tornan al instante en valientes, seguros y decididos. Los perdedores, aquellos que nacieron para la derrota se vuelven paladines de la victoria, sonrientes ganadores. Todo funciona así en el tranvía de las buenas personas. Los fatuos y orgullosos se vuelven modestos, los egoístas se entregan a cada uno de los demás viajeros y el tiempo que trascurre entre estación y estación se vuelve maravilloso. Pero al bajar del tranvía el dolor en el pecho vuelve a ser el mismo, y cada persona es no más mi menos lo que siempre fue.
Ahí viene, y yo sigo pensando si seguir caminando con todos mis males, o pagar el billete y aliviarme un instante los pies en el tranvía de las buenas personas.
1 comentario:
El problema del tranvía (por lo menos el bilbaíno) es que va de ningun sitio a ninguna parte, y encima atropella viejas.
Pero como mola tanto me voy a pillar el bono anual!
Publicar un comentario