jueves, 3 de abril de 2008

Un instante tan solo...

Como estoy sumamente aburrido en el curro (vamos bacterias, creced, que me va a dar algoooo), pues me pongo a escribir la última vomitona del camino, ya en Santiago. Mi aburrimiento tiende a infinito, sin asíntotas ni ostias.

En este caso, va sobre un momento de valentía, solo un instante, que luego no llevó a nada, pero estuvo ahí, por un brevísimo espacio de tiempo.

Mi torpeza me arrastra de nuevo,
mis manos tiemblan y tiembla mi voz,
mis pasos dudan y
yo,
me siento oscuro, absurdo banal.

No tengo miedo,
no,
ya perdí mil noches,
mil astucias,
mil colores de ojos.
Mil veces yo y ninguna tú.
Mil veces paciencia.

El tiempo corre a otros ritmos
con otros paso,
con el mismo infinito incesante
sobre mi.
Se vuelve incomprensible para ninguna bitácora,
se cruzan camino, historias,
y el deseo absurdo de ser
alguien,
alguien que es parte de alguien.

Se esconden perezas,
se encienden alarmas y estúpidos juegos
de colores se revelan excusas,
y canciones antiguas renacen
en labios apretados y extraños,
desconocidos.

Olvido miserias y penas
diez veces al día
y me duele creer que no creo,
pensar que no pienso.
He crecido con el peso del fracaso
y ahora nada me negará mis derrotas.

Coronas y cruces adornan mi lecho,
y el dulce sabor de recuerdos,
infinitos y efímeros,
cargados de tiempo y distancia,
de miradas perdidas,
de niños que quieren ser
y...
solo, no son.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Algún día te veremos con una larga barba blanca recitando poemas de un libro escrito por tí? Cada vez que leo una de tus "vomitonas", quiero creer que sí. Recuerda que es un don que Dios te ha dado y debes compartirlo con los/as demás.
Una vez más, un escalofrío. Gracias.

Aprendiz dijo...

Cuando ese día llegue, nos hartaremos de tortilla de patata y huevos con chorizo en mi restaurante molón jaja. Es un placer emocionar. Quizá tan placentero como que te emocionen.